Craig Thompson, el reconocido autor de Blankets y Habibi, contó en su primera novela gráfica, publicada en 1999, una fábula sobre lo que buscamos al viajar y lo que significa dejar atrás lo conocido. Una reflexión sobre lo que es el hogar y su importancia en nuestras vidas.
Viajamos. Por distintas razones lo hacemos siempre. Desde el viaje cotidiano de la casa al trabajo, a esas vacaciones que esperamos ansiosamente todo el año. Desde el traslado de una ciudad a otra por razones laborales, hasta la odisea que emprenden inmigrantes y refugiados en busca de un mejor futuro. Y en cada viaje aprendemos, cambiamos, crecemos. O al menos es lo que nos enseña la extensa tradición literaria existente sobre este tema. Desde la travesía de Ulises rumbo a Itaca hasta el viaje espiritual por el que Hermann Hesse lleva a Siddhartha, pasando por el cómico y triste periplo del Quijote en su lucha por un mundo mejor, los escritores han encontrado en el viaje una forma de representar la experiencia humana en toda su riqueza. El estadounidense Craig Thompson (1975) aportó a esta larga tradición con su primera novela gráfica, Adiós Chunky Rice (Astiberri), por la que ganó un premio Harvey a mejor nuevo talento el año 2000, además de una postulación al prestigioso Eisner.
El viaje de una tortuga
Craig Thompson, de quien ya hablamos brevemente en La vida en rojo, azul y negro, nos presenta en esta ocasión la historia de Chunky Rice, una tortuga que decide marcharse del pueblo costero en el que vive y en el que comparte todo con su gran amig@ roedor, Dandel (el género de este personaje no se aclara a lo largo del relato). Quizás por ser su primera novela gráfica, Thompson no se extiende sobre las quinientas páginas como lo ha hecho en sus siguientes obras, Blankets (2004) y Habibi (2011), limitándose en este caso a unas amables 125 páginas que nos hablan de viajes, despedidas y encuentros.
¿Cuáles son las causas por las que Chunky Rice decide alejarse de todo lo que conoce? No quedan del todo claras, ya que el personaje principal se caracteriza por no decir mucho, aunque la forma en que contempla el horizonte en el que se oculta el sol la tarde previa a su partida nos habla de su deseo de conocer el mundo en toda su extensión y de buscar la libertad del mar infinito. Como todo viaje, este conlleva una serie de separaciones: el penoso adiós de Chunky y Dandel con sus promesas de recuerdo eterno y el de Chunky y el mundo que ha conocido hasta entonces representado en su zafio vecino, quien arrastra su propia historia de abandonos y despedidas. El cuarto vacío que Chunky deja tras de sí, la necesidad de dejar en el muelle gran parte de su equipaje antes de abordar el barco en el que se marchará y la reflexión de Dandel al ver partir a su gran amigo nos recuerdan que los viajes implican siempre un corte con aquello que dejamos atrás: “Te marchas hoy, y los lugares que compartimos ya han adquirido belleza y significado. ¿Cómo es posible que quieras dejar atrás todo esto? Pensándolo bien, en vez de adquirir significado, todo lo que me rodea se ha quedado sin él. ¿Qué significa una impresionante vista del océano sin ti? Nada”.
El viaje de Chunky será una seguidilla de pequeñas aventuras marinas, tormentas, tardes de sol y tareas aburridas. Pero como todo viaje también será la oportunidad de conocer personajes nuevos: un capitán de barco osado y aguerrido que le exige a Chunky permanente acción, la mujer del capitán a la que nunca vemos el rostro y un par de hermanas siamesas que, unidas por la cabeza, se necesitan, se quieren y se odian mutuamente. Pero la narración también vuelve al antiguo hogar de Chunky y veremos cómo afecta su partida a Dandel, quien comenzará una persistente recolección de botellas para enviar mensajes a su querido amigo. Mensajes que son dibujos del pasado, de la vida sin él, de la soledad de Dandel y de los deseos de que Chunky encuentre lejos aquello que no encontró ahí. Craig Thompson, además, entrecruzará con estas historias la del antiguo vecino de Chunky, hermano del capitán del barco en el que viaja el protagonista. En ella, vemos a un personaje enfrentado a un pasado doloroso, de abandono, maltrato y muerte, que busca una especie de “redención” en el rescate y compañía de un pajarito con sus alas heridas. Un pajarito que, una vez sano, desplegará sus alas en busca de su propia libertad. Otro viaje, otra separación.
Un dibujo como las olas del mar
Para un autor acostumbrado en sus obras posteriores a desarrollar extensamente una historia, llama la atención que en este caso relate tantos hechos distintos pasando de uno a otro hasta llegar a un final que no necesariamente cierra lo narrado. Lo que logra Thompson con esto es dar a su novela gráfica gran fluidez al ir y venir como las olas del mar de un personaje a otro, del que se marcha al que se queda, del presente al pasado.
Esta fluidez narrativa se ve acompañada por el dibujo del artista, un trazo dinámico y caricaturesco que, por momentos, recuerda algunas obras animadas de Tim Burton, y en el que curiosamente conviven animales humanizados en los roles protagónicos con seres humanos en los papeles secundarios. Así, se rescata cierto aire a fábula clásica a la vez que se abordan temáticas más profundas de la experiencia humana. El dibujo del autor, tal como demostrará luego en Blankets y Habibi, ya desde esta primera obra tiende al trazo libre, a la línea curva en el dibujo de los personajes, a la vez que construye sus páginas dotándolas de gran fluidez en la lectura. Hay en todas ellas un recordatorio de las caricaturas infantiles, de los mundos simples de la niñez, asaltados en más de una ocasión por historias tristes en las que la separación, la soledad y la pérdida marcan de por vida a los personajes. Los recuerdos del vecino de Chunky Rice sirven para contrastar esa imagen inocente de la infancia que transmiten los dibujos con la dureza que en realidad muchas veces implica dicha etapa.
El autor también recurre a distintos recursos visuales para ir y volver de un lugar a otro de su historia. Por medio de un montaje que recorre varias páginas, vemos como paulatinamente el extenso mar por el que viaja Chunky está contenido en una de las botellas que Dandel emplea para tratar de comunicarse con él. Por medio de este recurso, la distancia que los separa desaparece y cada uno de los amigos contiene y mueve al otro. Dentro de esa botella que Dandel arroja a las olas, va Chunky. Y el viaje de Chunky impulsa a Dandel a recorrer el pueblo en el que vive en busca de las botellas.
Libertad y despedida
Como ya dijimos, el viaje de Chunky parece ser la búsqueda de libertad, poder salir de los límites estrechos de un pueblo costero. Sin embargo, parece que la libertad por sí misma no basta. Tanto él como el pájaro que cuida el hermano del capitán, regresarán física o mentalmente al lugar donde se han sentido queridos. Resulta decidora, en este sentido, la elección que hace el autor de una tortuga como protagonista: un animal que lleva su hogar a cuestas emprende un viaje en busca de libertad para dejar atrás lo que considera su hogar. ¿Podrá hacerlo? ¿Pierde sentido por esto su deseo de explorar el mundo más allá de las fronteras que conoce?
Adiós, Chunky Rice es una fábula que tras un dibujo en apariencia sencillo, esconde una reflexión compleja y abierta al lector
También dijimos ya que el viaje siempre implica un adiós, una despedida que ya se encuentra explícita en el título de la obra. Sin embargo, esta despedida no siempre significa una separación total o el olvido. Pese a que nos alejamos, llevamos a quienes dejamos atrás dentro de nosotros, en nuestros corazones, en nuestros pensamientos o en nuestra memoria. La separación parece entonces imposible, lo que nos demuestra Thompson en un pajarito que regresa donde el hombre que lo salvó o en las siamesas con que viaja Chunky, que literalmente son incapaces de dejar atrás a la persona con la que nacieron. O en la pareja protagónica, Chunky y Dandel, y esos mensajes embotellados que viajan libres por el mar en busca de llegar a su destino y que acabarán otorgando una estructura cíclica a todo el relato
Adiós, Chunky Rice es una fábula que tras un dibujo en apariencia sencillo e infantil esconde una reflexión compleja y abierta al lector sobre lo que consideramos nuestro hogar, el que parece no estar definido en términos espaciales, sino más bien en relación a quienes no rodean y la forma en que nos relacionamos con ellos.