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Baradit y los secretos de Chile: “la historia también es ficción, es literatura”

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La más reciente obra de Jorge Baradit, Historia secreta de Chile (Sudamericana, 2015), nos permite acercarnos al mundo que este autor ha construido a lo largo de su obra. Un universo lleno de referentes diversos que lo distancian de lo que asociamos a nuestra escena literaria; y que nos hace reflexionar sobre lo que significa habitar nuestro país y ser hijos de nuestra historia. En esta ocasión, le pedimos a Rodrigo Costas -un acérrimo lector- que fuera en su búsqueda y este es el resultado en cuatro imágenes.

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Créditos foto: Livre.cl

Imagen #1: Diciembre de 2009. En la extinta librería Qué Leo del Patio Bellavista, asisto al lanzamiento de la Edición limitada de Ygdrasil, novela publicada originalmente el 2005. De inquietante polera negra, el autor lee fragmentos de su obra mientras en una pared se proyectan imágenes que mezclan máquinas con símbolos ancestrales y de fondo suena una música de corte industrial. La concurrencia sigue las palabras del escritor con atención. Un silencio reverencial, mientras pienso ¿cuántos escritores chilenos sacan una Edición limitada de una de sus novelas? ¿Cuántas novelas chilenas tienen un soundtrack?

—¿Qué lugar sientes que ocupas en el mundo de los escritores nacionales?

Ninguno. Tengo un par de amigos en ese mundo y listo. Los admiro a la distancia, aprendo de ellos a la distancia, pero no se me ha dado sumergirme ahí. Parece que no sé cómo, y quizá no me interesa. No entiendo muchas cosas. No vengo de ese mundo, no estoy desde los 18 años soñando con hacerme un espacio, con ser conocido, que me lean, aprendiendo a dar codazos o a recibirlos. Soy torpe.

—¿Cómo ha sido la recepción de tu obra por parte de la crítica chilena?

Han habido muy buenas y algunas no tan buenas. Mucho perplejo en su momento, muchos escépticos, mucho huevón que no entendió nada. Ni yo se muy bien qué hago, no podría decir que estén equivocados, tampoco. No recuerdo frases en particular, solo la de una imbécil que por incluir a Miguel Serrano como personaje se refirió a mi trabajo como «filonazi».

—Para muchos, te has convertido en un referente de la ciencia-ficción nacional. ¿Cómo entiendes este rol considerando la gran cantidad de lectores que tienes y el fervor con el que estos te siguen?

No escribo ciencia ficción, escribo sobre todo lo que nos pasa por dentro y por fuera que es lo mismo

No escribo ciencia ficción, escribo sobre todo lo que nos pasa por dentro y por fuera que es lo mismo. Escribo desde la acumulación de hechos y fenómenos, desde una cota de realidad quizá alta pero no menos legítima. Quizá mis lectores identifican eso mejor que mis críticos: los géneros son hitos en un territorio abierto, no cercos delimitados. Hace mucho rato que no importan nada y uno escribe y escribe sin preguntarse qué es lo que escribe. No soy capaz de analizar mi literatura, soy un animal, no un zoólogo. Es lo que me sale. Acumulo lo que me ocurre y le encuentro vasos comunicantes, relaciones forzadas y sentidos al conjunto, de ahí surge naturalmente una estructura contrahecha desde donde modelo la narración, hacia donde me vaya llevando. Cuando uno junta materiales ellos solos buscan su ubicación, se fugan arrastrando al resto y derivan en forma. Lo que sé es que tienen que ver conmigo, con mi barro interior, mi territorio, mis árboles, mi memoria armada como un paquete de fotografías amarradas con un elástico.

—¿Qué rol cumple el escritor en el mundo en el que vivimos? ¿Y la literatura?

El único punto de apoyo que tiene cualquier tipo de arte hoy es la honestidad. Que lo que sea que se produzca tenga raíces en lo propio, en la propia materialidad, origen y ritmo interno. Incluso esa premisa es feble, pero es la tabla que hay en medio del océano. Hoy uno apenas sabe y se congracia de poder verter sus contenidos inconscientes en la página de modo apropiado, no entiendo cómo alguien podría pensar que un escritor podría levantar algún modelo de referencia en este páramo.

—Me llama la atención en tu obra, desde Ygdrasil hasta Historia secreta de Chile, la coexistencia violenta y forzada de elementos antagónicos (cuerpo/espíritu, religión/ciencia, pasado/futuro). ¿Cómo entiendes esta relación que propones?

Todas esas antagonías las inventamos nosotros, en nuestro paradigma está el oponer luz a oscuridad, la polaridad por sobre la integración. Nuestra guerra es una guerra mental por la sanidad, entender que la felicidad es la calma, cuando los opuestos dejan de mover el bote de un lado para el otro. Los zen hablan de la felicidad del ataúd. En lo que escribo lo que se ve como una lucha entre fuerzas antagónicas en realidad es una colisión erótica que busca perder lo uno en lo otro. La decisión torpe de chocar y morderse como una forma de volver a ser uno, parecido al coito salvaje para reintegrar al andrógino. Más que una dicotomía es una atracción, es el choque de lo que se reintegra a peñascazos, los amantes que se devoran.

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Ilustración: Policía del Karma

IMAGEN #2: Flash-forward. El próximo jueves 23 de julio, en el bar GoodStock, es el lanzamiento de Historia secreta de Chile, su último trabajo, el primero de no ficción que publica y que ha logrado un éxito fulminante: primer lugar en los ránkings a menos de dos semanas de ser puesto a la venta y una segunda edición ya en librerías. Corresponde celebrar al estilo Baradit. Porque siendo sinceros, ¿cuántos libros de historia de Chile son lanzados en un bar rockero? ¿Cuántos libros de nuestra historia alcanzan el primer lugar en ventas?

—¿Cómo fue el proceso de investigación para este libro, considerando que recoges hechos que no suelen aparecer en la historia oficial?

La historia es una fábula construida con fines precisos

Es uno de esos libros para los que no sabías que habías estado preparándote siempre. Siempre quise leer un libro como este, uno donde me contaran historias sorprendentes, no oficiales, que descorrieran velos y desenterraran secretos. Hay morbo en lo que no se ve, hoy tenemos hambre por transparentar. La historia es una fábula construida con fines precisos, un manual de autoayuda para un país que quiere verse vencedor y jamás vencido, unido y monolítico, cuando la verdad es que vivimos sobre un cementerio de huesos de nuestros abuelos obreros, estudiantes y profesores. Los datos estaban ahí, solo tuve que escribir un índice con los temas y buscar apoyo bibliográfico. Intenté tocar momentos notables de nuestra historia con una historia significativa y ordenarlas con criterio emotivo: la más ruda acá, después una más alegre, después la más violenta, etc.

—Un escritor del que se destaca su imaginación desaforada ha rescrito la historia de Chile en varias de sus novelas anteriores. Ahora, el mismo autor presenta episodios reales de la historia de Chile. ¿No podrá salir confundido el lector sobre qué es cierto y qué es falso en este juego entre realidad y ficción?

Lo que hago es dotar al momento histórico de puentes emocionales con el lector para que la vinculación gane en calidad y cantidad. Una fecha y tres descripciones son menos realidad que un relato que te acerca a la experiencia a través de herramientas literarias. El escritor chileno está volcado sobre sí mismo, en general no se da mucho esta vocación sobre el registro histórico. Salvo contadas excepciones, como Huáscar, de Carlos Tromben o La batalla de Placilla, de Mellado, en general no se da, es un oficio que requiere investigación, mucho orden y detalle, mucho volcarse hacia afuera en realidad, estar al servicio más que autocomplacerse. Es casi otra disciplina. Ahí encuentra su lugar Historia secreta de Chile, convergen el interés por un Chile secreto más allá del discurso oficial, el gusto por lo oculto, la sorpresa, y además la narrativa.

—En el prólogo de este libro, señalas que la historia es “un punto de vista”, que es “líquida, es blanda, moldeable”, “un espejo donde nos vemos lindos”. ¿De qué forma tu obra refleja al Chile actual? ¿Nos vemos tan lindos en ese espejo?

Cuenta una anécdota que le preguntaron a un inglés hace un par de años qué le parecía Chile. Respondió: «les va a quedar lindo cuando lo terminen». No somos un país, somos un work in progress. Hasta el momento modelado por un grupo específico, quizá llegó el momento de dejar de ser detenidos desaparecidos de nuestra propia historia y comenzar a salir de la oscuridad.

—En Synco y Lluscuma partías de hechos históricos para construir tus novelas. ¿Por qué optaste por abandonar la ficcionalización de la realidad en las doce historias que presentas en Historia secreta de Chile?

La realidad ya es lo suficientemente anómala. Tratamos de convencernos de que vivimos en una especie de invernadero controlado con leyes definidas y eventos causales, cuando la verdad es que allá afuera, más allá de nuestra limitada percepción de la realidad, hay temperaturas y explosiones monstruosas que derriban muros y abren acantilados en la comprensión a cada rato. Pero debemos mantenernos en trance de realidad, perplejos en el aquí y ahora para no morir de espanto.

—El 2010, junto a un grupo de escritores, presentaste Chil3: Relación del reyno, en el que ofrecieron una historia ficticia del país modificando nuestro pasado, presente y futuro desde la imaginación. ¿Qué relación ves entre ese ejercicio e Historia secreta de Chile?

Desde que abrí el espacio UcroníaChile, que después derivó en Chil3, la agenda tenía que ver con volcarse contra los contenidos del territorio. Con esto me refiero a la propia historia, sus registros, sus pararegistros, mentiras, verdades y deformaciones. El conteo y la memoria personal, histórica y territorial. La historia también es ficción, es literatura. Alguien discrimina los hechos que le son funcionales a los objetivos de la elite y los articula narrativamente en una línea con sentido… para ellos.

—En el cierre de tu libro señalas que nuestra historia “está llena de errores. Y olvidarnos de lo que somos capaces cuando nos orienta un sueño es quizás el más grave de todos”. ¿Cuáles creen tú que podrían ser esos grandes sueños hoy? 

No somos un país, somos un campamento minero administrado por una delegación extranjera.

Justicia Social. Chile es uno de los países más desiguales del planeta. No somos un país, somos un campamento minero administrado por una delegación extranjera. Aún colonia, aún fundo, aún salitrera. Decirlo es tan verdad que es un lugar común, pero para nosotros, no para la historia oficial. La historia oficial debe comenzar a parecerse a nosotros mismos para curar la esquizofrenia en que vivimos, donde lo que nos dicen que somos no se parece a lo que somos. Cualquier psicólogo te dirá que la sanidad tiene que ver con parecerse a uno mismo, con actuar movido desde adentro, desde lo que uno es, no desde lo que se supone, intentando ser otro.

Guerra del pacífico

Ilustración: Francisco Badilla / badillafloyd.blogspot.com

IMAGEN #3: Algún momento cercano a 1980 en Valparaíso. El Marciano, como le dicen sus compañeros de colegio, lee todo el tiempo. Lee lo que le trae indiscriminadamente su padre al llegar del trabajo. “De chico tuve acceso a diferentes tipos de lectura, heterogénea, impropia, adecuada, precisa o absolutamente reprochable. No puedes estar leyendo pornografía medieval a los 10 años, o Borges a los 12, o Knut Hamsun a los 11. No entendía nada, pero gérmenes y enfermedades viejas se me metieron en el organismo y me dañaron  la mente, estoy seguro”.

—¿De qué forma tus primeras lecturas cimentaron tu actual forma de escribir?

Mis lecturas iban desde hagiografías de santos, poesía de las vanguardias de principios de siglo, manifiestos dadaístas, futuristas o comunistas; mucho Borges, mucho ocultismo, mucho Boris Vian, Jarry, Lautreamont; harto Ramayana, Mahabharata, Bagavhad Gita, Hagakure; mucha basura esotérica y realismo fantástico ovni-contactados-alienígenas ancestrales-paranoias-programas de control mental y psicotronía. El golpe en la cabeza me lo dio Antonin Artaud y la manera como estrangulaba el lenguaje para obtener el detritus o el licor alucinógeno, la tortura del sentido, la violencia de sus giros.

—Siendo diseñador gráfico, ¿cuándo y cómo llegas a la literatura?

Estudiar arquitectura y eventualmente diseño gráfico fue por una decisión irresponsable: no quería explotar mi nicho de interés, no quería desarrollar brazo de tenista y opté por estudiar eso que ocurría fuera del mundo abstracto de la lectura, las formas de mensurar y comprender el mundo exterior. Finalmente di un arco larguísimo para llegar donde mismo, el diseño gráfico no es sino otra forma del lenguaje y la narración, ampliada más allá de la letra, incorporando colores, formas y lenguajes audiovisuales.

—¿Cuáles son tus actuales referentes literarios y cinematográficos?

Mis referentes literarios siguen estando desperdigados sobre un mantel de puro desorden e incapacidad. Prefiero las entrevista a Fresán que sus libros, la fase «histórica» de Todorov, la poesía de Mafhud Massis, los diarios de filmación de Werner Herzog o los ensayos de Ballard. El cine de Cronenberg que va desde la deformación exterior a la interior, el de Lynch que ensaya un camino paralelo y es más realista que cualquier párrafo de Carver. Soy un cliché con patas en cine. Algún animé quebrado, como la psique colectiva japonesa, las ilustraciones de Suehiro Maruo y Takato Yamamoto, los mangas de Shintaro Kago o los bocetos de notas de Koji Morimoto que derivan hacia la completa deconstrucción de cualquier relato y se esfuman como un montón de luciérnagas en la mente.

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Ilustración: Takato Yamamoto

IMAGEN #4: Fines del verano de 2006. Llego a las últimas páginas de Ygdrasil sentado en un banco del Parque Bustamante. A mi alrededor, el calor de la tarde se confunde con el sonido de los skates y de los automóviles en su regreso a casa, una confusa banda sonora que no logra sacarme del universo único y desquiciado en el que me encuentro. Las letras corren ante mis ojos y yo no soy capaz de detenerme. Cierro el libro. Levanto la vista. Y me sorprendo. Mi sombra y la de aquello que me rodea se ha extendido por el suelo hasta llegar al pavimento por el que pasan los automóviles. Han trepado las sombras por los edificios y los árboles hasta alcanzar la cordillera.¿Cómo puede un libro abrirnos tanto la mente?

Sobre el escritor

TuiterJorge Baradit (1969), diseñador gráfico de profesión, desconcertó al canon con su primera novela, Ygrasil, una fantasía en la que ciencia, religión y política se cruzan y se tensionan por medio de un lenguaje desbocado y una historia desmesurada. Posteriormente vendrían Trinidad (2006) –premio UPC, el más importante de la Ciencia Ficción en castellano-, Syinco (2008), Kalfukura (2009), Policía del karma (2011) y Lluscuma (2013) –Premio Municipal de Santiago 2014- , además de la antología digital Mind fuck guerrilla! (2011) y su participación junto a otros autores en Chil3: Relación del reyno (2010) y en Cuentos chilenos de ciencia ficción (2010).Un conjunto de obras que insistentemente vuelve a explorar el territorio de nuestro país desde el ámbito de lo fantástico, lo mágico, lo ucrónico; géneros todos a veces despreciados o abandonados por nuestros escritores, pero que le han valido a su autor un grupo de lectores fieles que han encontrado en él una voz diferente sobre la realidad.


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